Alguna vez en esta casa habitó una familia. Una sola familia. Cuando yo la visitaba, ya se encontraba dividida. Dos familias, a las que solamente unía, de mala gana y con múltiples inconvenientes, la línea telefónica y el portal, compartían el inmueble. Más adelante se incorporó un salón de belleza a la casa de la planta baja y el portal fue dividido y enrejado. Por esa época la familia que habitaba el segundo piso consiguió emigrar. Hace unos meses recibieron estas fotos de un pariente en Cuba. Por lo menos, nadie murió en el derrumbe.
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