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Cuba en la bienal de arquitectura de Venecia

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Hoy en Granma (vía Penúltimos Días):

La XIII Bienal de Arquitectura de Venecia, que a partir de esta semana concentra nuevamente las miradas especializadas del mundo hacia esa vertiente creativa, tiene una significativa presencia cubana gracias a la selección de un proyecto del Estudio Choy–León.

Liderados por los arquitectos Julia León Lacher y José Antonio Choy López, profesionales reconocidos por su altísima calificación, e integrado por sus hijas Adriana y Olivia Choy León y Antonio Villar Borlado, el equipo diseñó un proyecto de hotel para la esquina de Prado y Malecón, que por sus valores estéticos y funcionales fue incluida en la plataforma Backstage Arquitecture 2012, catálogo que recoge los 57 proyectos más relevantes del año a escala mundial para ser presentados en el foro veneciano, hecho que tuvo lugar este lunes en el Palacio Widmann en la ciudad de los canales.

Al comentar la obra en ese repertorio de excelencias, el profesor Eduardo Luis Rodríguez escribió: “El proyecto del hotel Prado y Malecón se localiza en el que es hoy probablemente el lote urbano más valioso de La Habana. Tal emplazamiento, en una zona de altos valores históricos y ambientales, colindante con la bahía y rodeado de edificios emblemáticos de la ciudad, le ha permitido a los arquitectos crear un contrapunteo que realza la fisonomía del entorno circundante y promete convertirse en un nuevo y necesario hito urbano y en símbolo de lo más avanzado de la arquitectura cubana”.

En su trayectoria, Julia León Lacher (La Habana, 1948) ganó el Primer Premio en el Concurso de Proyectos de Viviendas Campesinas (1981) e idéntico galardón en el Concurso de selección de Sistemas de Viviendas Urbanas con Medios Propios (1985).

José Antonio Choy (Santiago de Cuba, 1949) es autor de importantes creaciones, entre las que sobresalen el Hotel Santiago, y la reconversión de la sede del Banco Financiero Internacional en la Quinta Avenida de Miramar. Integró, además, el equipo que planeó la imponente Plaza de la Revolución Antonio Maceo, en Santiago de Cuba.

Este año la Bienal de Arquitectura de Venecia está marcada por el reto que le ha impuesto su comisario general, el británico David Chipperfield, creador de la sede de la Toyota en Kyoto, quien más que a los talentos singulares, pretende enfatizar las aspiraciones comunes con que las diversas civilizaciones a lo largo de la historia y en nuestros día se plantean un uso racional y bello de los espacios habitables.

La Bienal de Arquitectura alterna con la realización de la de Artes Plásticas, mucho más añeja, y coincide con la Mostra, famosa cita del cine.

El post de Penúltimos Días enlaza con una entrada anterior de esta publicación, fechada en 2007, en donde Ernesto Hernández Busto discurre sobre el arquitecto Rafael Fornés, un proyecto de rascacielos para el Malecón habanero, y la presencia arquitectónica norteamericana en la Habana republicana: Bocetos para un rascacielos futuro:

Fornés formó parte de una generación de arquitectos (Emilio Castro, Juan Luis Morales, José Antonio Choy, Rosendo Mesías, Eduardo Luis Rodríguez, Teresa Ayuso, Lourdes León, Emma Álvarez-Tabío, eltristemente fallecido Francisco Bedoya…) que durante la década de los ochenta trataron de replantearse el sentido de la arquitectura cubana, enclaustrada entre cajones de hormigón armado y diatribas admonitorias contra el postmodernismo. Pero también tuvo la suerte de emigrar a tiempo, y trabajar, ya en Estados Unidos, cerca de los “viejos”: Frank Martínez, Nicolás Quintana (a quien le hizo una entrevista inolvidable en la revista Encuentro) y Manuel Gutiérrez. A algunos de ellos los convenció para empezar a planear el futuro arquitectónico de La Habana desde el grupo Cuban Cultural Heritage, que hoy celebra pacíficas reuniones nostálgicas.

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Para cualquier arquitecto moderno sería ridículo (e imposible) ignorar la “conexión cubana” con EE UU. Desde ese punto de vista, los cubanos “de Cuba” somos también un poco “cubanoamericanos”. Un estudio medianamente serio no puede obviar el nivel de la presencia arquitectónica norteamericana en La Habana, que no tiene nada de incidental. Ejemplos sobran: los que hicieron la sede de la ONU en Nueva York construyeron también la Embajada norteamericana en La Habana (cuya ampliación está prevista en otro de los proyectos del curso de Fornés). Polevitsky hizo el Riviera. Todo el skyline habanero es esencialmente americano. Y en otros lugares de la ciudad aparecen también huellas definitivas de esa influencia. El Sevilla Biltmore, por ejemplo, con sus arcos florentinos, su rustication beaux-arts, construido por los mismos que hicieron la Freedom Tower, y cuyos ecos llegan alegremente hasta este Ritz maleconero.


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