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el Vedado de Enrique Pineda Barnet

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23 y 12, Vedado, Habana. 2012.

Ah, la noche, luego del vodka, el caviar y las matrioshkas…el sueño profundo y levitador que hace sucumbir caribes como témpanos helados. Cuando recostaba la cabeza en la inmensa almohada rusa, entornaba los párpados por su propio peso y…

Entonces se dibujaba en el sueño mi inmenso malecón habanero, más bien el largo tramo del malecón del Vedado, y tras él se extendía interminable un mar helado, un mar totalmente congelado, pista de patín de hielo, iceberg sin sumergir, infinito, donde Sonja Henie patinaba para mi infancia, en el Vedado, donde estuvo la pista de hielo del Palacio de los Deportes, donde antes estuvieron las Playitas del Carneado, donde ahora está exactamente la Fuente de la Juventud y en la niñez gocé el grandioso espectáculo del Circo Ringlyn,  los Cantos y Danzas de España, y alguna Follies no recuerdo si Bergere o no Bergere….

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Otra noche de mis sueños recurrentes fue con la Escalinata, no la de Odessa, quizás influenciado por Potemkim, pero era mi escalinata del final o del comienzo del Vedado, mi escalinata de la Universidad, donde el Vedado se va a introducir bajando hacia La Habana, o se va a elevar ascendiendo la colina. En la pesadilla atroz la escalinata se nevaba. Y veía descender la masa enardecida de estudiantes, del 33 y de los 50 y del 59, por las escaleras nevadas, y ellos con inmensos abrigos de pieles y chapkas cubriendo sus gallardas cabezas. Terribles pesadillas del Vedado. Ay,  el Alma Mater con abrigo de visón. Algunas de estas imágenes me condujeron al guión cinematográfico de “Soy Cuba”.

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Y venía el cochecito de “El Encanto”, un coche salido de Cinderella, con sus corceles y cascabeles, y una musiquilla inigualable, que no era de Tchaicovski, como de valsecillo en caja de música. El Cochecito de El Encanto, con sus vitrinas a ambos lados exhibiendo tentaciones de toda índole. Cuando el cochecito de El Encanto abría sus compuertas traseras, como las de cualquier diligencia de los Westerns, era como una caja de Pandora, la posibilidad de todas las sorpresas: cintas, lazos, botones, aretes, collares, fantasías finas, abanicos, vanitys, encajes, talcos aromáticos, perfumes de París, sedas y terciopelos, raso, ropas interiores discretas, enigmáticas, sólo mostrables a las damas…

¡Ah el mágico cochecito de El Encanto! Como la maleta de cuero de Moisés el polaco, que vagaba de casa en casa para destapar ante las doncellas de la servidumbre las magias de Las Mil y Una Noches ¡el vetiver! ¡el rimel embeleso para simular ojeras y ostentar el vicio sobre los párpados! El despliegue del Damasco y los abanicos de sándalo. Las ligas de encajes y tira bordada para lograr que las medias de seda negra accedieran a las entrepiernas.

Eso era antes o durante la grandeza de “El Encanto” en Galiano y San Rafael, con la dama del perrito y el caballero del sombrero de copa inclinado al saludo. “Ya es verano en el Encanto “, en la Esquina del Pecado.

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Eso viene del Cerro, de la Calzada del Cerro de donde emigran las familias que no han podido arrancar sus celosías, los medios puntos, los traspatios ni las rejas torcidas como encajes o los guardavecinos. De eso se ocupará Amelia Pelaez y nos lo devolverá con creces, mientras Portocarrero, Cundo Bermúdez  y Mariano, traerán las mamparas, los paravanes, lámparas y candelabros de los interiores del Cerro. Y entre otros tantos cargarán las columnas, los capiteles, repisas, vitrinas, comadritas y sillones, abanicos de nácar, bibelots, porcelanas de Cevres o biscuit, bacarás, bronces y marfiles,  barandas y mosaicos de portales… y las naturalezas muertas.

Pero el Vedado tendrá su propia personalidad, exhibirá el portal y sus doncellas domésticas uniformadas que con el tiempo se convertirán en damas, amantes, actrices, modelos, o gobernantas,  por las cuales, Cándido, el billetero del 33, “subía al cielo con la muñeca”.

El traspatio se esconde, los columpios se asoman. Los jardines tendrán diseños como pequeños escoriales o babilónicas pequeñeces. La yerbita japonesa, las margaritas del Japon, los palitos chinos, las siemprevivas, las brujitas voluntarias cuando llueve, los helechos  y la invasión punzante de los cactus, las coronas de Cristo y las rosas de mármol. Debe ser también la desértica proximidad del mar.

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…Y el globero que pregona los zeppelines, remolinos, pitoauxilios, reguiletes, silbatos, matracas, pajarillos de papel enrollados, boomerangs, yoyos, juegos de yakis, suizas, y todo cuanto hace ruido, estalla colores, vuela o crea la ilusión,

Panchita la del jabón Candado para darte un premio si le quitas el churre a la barriga de la ropa con jabón Candado, con Pirey Fuerza Blanca. Las gitanas, que no vienen de Gitania, ni de allende los mares, pero sí se las saben todas…vendrán con sus sayas amplias cargadas de vuelos y floripones, y sus largas trenzas y collares, a echarte las cartas y decirte el pasado, el futuro, el premio de la Lotería y la mujer trigueña que se atraviesa en tu camino, y que poco a poco pasa a ser castaña y termina siendo rubia en la medida en que asientas o discrepes.

Los papalotes, coroneles o chiringas, se empinarán mejor en los parques, para no enredarse con los laureles o las casuarinas. Y el malecón y el parque del Maine crearán la fantasía del Globo de Matías Perez, o el de Cantoya, y los que leen, se enteran de Julio Verne o de la voladura del acorazado, y los patines resbalarán con esa sensación vibrante deslizándose sobre los mármoles del Maine.

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Y pasa el tiempo y pasó un tranvías frente al mar,  para allá y para acá. El Vedado se va llenando de otros móbiles. y otros móviles. Y aparecen los Chevrolets, los Fords, los Pontiacs, Buicks, Cadillacs…y los convertibles adornados en los carnavales que se inician en el malecón del Vedado, no caben las marcas y modelos en el gran barrio del Vedado, el “pudiente” barrio del Vedado, el limpio barrio del Vedado, siempre asfaltado, sin baches, algunas calles aun con adoquines, como J entre 27 y 27 de Noviembre, o en H entre 15 y 17.. Habrá ómnibus, guaguas, por 23, por 17, por Línea. Y líneas de tranvías por las tres avenidas, y atravesando por 12 y por L. El Vedado parece un barrio bien trazado. Las calles paralelas al mar, van ascendiendo en números impares: 1ra, 3ra, 5ta, 7ma que le dicen Calzada por no sé qué antojo, por qué vieja calzada,  la 9na se llama Línea, por aquello de la modernidad, luego un tiranuelo megalómano le pone General Batista, hasta que se cae –el tiranuelo, no la calle- y vuelve a ser Línea, y así sube a 11,13, 15… hasta 29.

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Luego se construyeron túneles, cortos y seguros, bajo el río, para conectar al Vedado con la otra barriada, que devino en más privilegiada, para las grandes mansiones, chalets, y avenidas, que hicieron del Vedado la prima venida a menos, y del Nuevo Vedado, la nueva clase.

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…Y ya no se limita un tambor a las cuarterías y solares como los de  E entre Calzada y Línea, o El Tubo de  24 e/ 15 y 17,  El Reverbero, La Palangana o el famoso Solar Miami de Calzada y J, o  El Merengue, o El Palacio de la Leche, (también conocido por El Carreño)…precursores de la destrucción o el abandono. Fascinación de turistas supuestamente solidarios que encuentran pintoresca la miseria ajena. Grupos sociales ahora dispersos, integrados o   invasores de  la sólida entraña del Vedado, arrastrando –como ocurrió antes con  la emigración del Cerro- esta vez, la tendedera (sábanas blancas colgadas en los balcones), la mesa de dominó bajo el framboyán o cualquier árbol mayor de la cuadra, con su correspondiente botella de ron, la bronca y el tres-en-uno con bocina stéreo, con o sin guaguancó. Ahora, también con su elemento enriquecedor, que se sugiere en las cafeteras de Acosta León, hasta desarrollarse en los cuerpos pintados de Mendive, o los sígnos de Belkis Ayón.

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La Avenida de los Presidentes se hace dramática. En las noches, los fantasmas de los  muertos del hospital, bailotean con los fallecidos en la cárcel, juegan con los deportistas  accidentados del Stadium y los letrados ya exhumados, recuperan sus cuerpos para cantar loas a esta simbiosis. Mientras, las parejas sin techo, hacen el amor en las cuevas de los farallones, bajo las copas de los árboles, enredados entre sus grandes raíces.

La calle G, Avenida de los Presidentes, es un amplio y extenso paseo central, adornado de bancos y palmeras, bellos jardines que no envidian a su parienta 5ta Avenida de Miramar. Suponía destinada a exponer los monumentos a lo que históricamente sería nuestra herencia de dignidad de gobiernos republicanos. Y ahí comenzó el dimeidirete y al primer presidente Estrada Palma, encaramado en su pedestal, lo cortaron al ras de los pies de bronce. Allí quedan sus zapatos y hasta algunos turistas creen que es un Monumento a los Zapateros. No llegaron a erigirse a otros presidentes, así ha sido de complicada nuestra Historia. Hoy, rellenando los espacios predestinados, los ocupan héroes de la Patria Grande: Bolivar, Juárez, Allende… Un monumento ecuestre al Gral. Calixto García Iñiguez, presidente de la República en Armas,  reconstruído, inaugura la avenida y sugiere cabalgar sobre una proa al mar. Otro monumento descomunal culmina la  Avenida, el monumento al Gral. José Miguel Gómez, también presidente. El primero en mármoles negros, el último en mármoles blancos con esculturas y columnas, reproducción en miniatura del Monumento a Victor Manuel II en Roma. En el primero, custodiados por inmensos y legendarios cañones, el último coronado de palmeras y laureles, frente a los parques de arbolitos recortados, bancos de hierro torcido y tablones verdes, reconstruído recientemente.

Otro monumento se mantiene en honor a su esposa América Arias, cuyo nombre aun ostenta el  Hospital de Maternidad de la cercana  Línea y G.

En el Vedado, como en la ciudad, las esquinas adquieren significados:

L y 23, 23 y G, Paseo y Línea, 23 y 12.

Cuando de niño pasaba los sábados en la mañana hacia la casa de mi abuela en Línea 53, desde mi casa en 15 y 4, gustaba de caminar por 23, para enfrentarme a la visión impresionante de las furnias de 23 y L. En donde hoy está el Cine Yara y el Hotel Habana Libre, inmensas fosas en las que, lejanas e inaccesibles, se veían abajo las agencias de ventas de automóviles, atractivas por sus toldos de rayas y los flamantes autos. Arriba, en el espacio donde está hoy Copelia, solamente el tétrico Hospital Reina Mercedes, especie de imagen conventual, amarillo, con su portón imponente, donde el recuerdo me remonta a las películas de miserias, monjas sin rostros, enfermos tirados en el suelo, epidemias, heridas, llagas, fetidez y lamentos,

Nunca me atreví a asomarme, desde lejos, las galerías de altas arcadas y sombríos personajes.

Luego, en el espacio actual del Hotel, creció un tentador Parque de Diversiones, con su estrella, los carros locos y la montaña rusa, lo cierto es que no ha vuelto a haber un Parque de Diversiones decoroso para los niños del Vedado, aunque Jalisco no se raje.  Después el mismo sitio fue cercado con altas vallas, largo tiempo, mal recuerdo alguna carpa de circo, quizás Santos y Artigas, Razore o Montalvo, se me confunde la esquina que pudiera salirse del Vedado a Infanta y San Lázaro. A la vez que la zona opuesta fue creciendo de otra forma. Bajaba hacia lo que hoy es La Rampa, y estaba la otra furnia a la orilla del Hotel Nacional, nacido con mi nacimiento, cargado de eventos y guerritas ya al nacer , y en frente, donde está el Cine La Rampa, una techumbre de zinc cubriendo un amplio espacio de cemento, inauguró una delicia para los jóvenes: las Boleras Tony. Juegos de bolos, con cafetería con las primeras máquinas para hacer batidos, y victrolas que tocaban los últimos discos de moda: Bin Crosby,  Frank Sinatra. Y allí hubo fiestas juveniles, y hasta bailes que todavía no estaban a mi altura. Fue un avance de modernidad juvenil en el Vedado. Mientras en 17 y N la pollería El Liro, inauguraba otra cafetería moderna donde también aparecían los batidos de chocolate, la leche malteada, sándwiches de pan de molde y galleticas preparadas. En frente, donde hoy se encuentra el FOCSA, se estableció el Club Cubaneleco, de la Cuban Electric Company, para Calixto Kilowat , sus trabajadores y asociados. Allí había cancha de Tennis, cancha de squash, piscina, y Casa Club, se hacían fiestas, deportes y vida americana.  Mientras la Pollería El Liro crecía con sus batidos y victrolas, para cambiar años después los pollos por los conejitos.

En 12 y Calzada, el Vedado Tennis Club realizaba la pretensión de ponerse a la altura del Havana Yatch Club o el Biltmore…inaugurando un nice club con la cancha mayor, la piscina mayor, el salón de bailes mayor, en el mayor aristocrático quiero-y-no-puedo del Vedado.

No me di cuenta, o habré tenido fiebres por leer antes de tiempo a Thomas Mann, cuando crecieron el Hotel Havana Hilton, el edificio Radiocentro, para trasladar a allí, desde Monte y Prado en La Habana, los estudios de CMQ radio donde canté, actué, escribí, dirigí y no me di cuenta, el cine teatro Warner en la esquina de L y 23, y  tampoco sé cuándo demolieron el hospital que luego fue parque, después cabaret, sala de exposiciones, hasta llegar a ser Copelia. Cuanto se construía en aquella esquina donde hubo el Hospital, estuvo destinado al fracaso, hasta que en un exorcismo, Copelia se levantó como un platillo volador, a la vez que el Palacio de los Deportes, también cósmico, crecía en la fuente luminosa o el Bidet de Paulina, la entonces Primera Dama de La República, que ni era la esposa pero la cuñada cargada de leyendas del Presidente Grau, quebrando tradiciones. Grau, un presidente surgido del Vedado, “hace el pollito”, dice que hay dulce para todos, se construye una chocita en Miramar, baila ante las cámaras de Televisión un cha-cha-chá con la bailarina Floreana Alba, es catedrático de la Universidad, sabe hacer el ridículo y al final queda invicto cuando se le pasa la cuenta, porque verdaderamente amigos, la cubanidad es amor..

La esquina de 23 y L estalló como la gloria. El edificio Radiocentro, la CMQ, sus programas radiales con audiencia de público. Los estudios para ver los programas, los artistas circulando por la zona, cazadores de autógrafos que años después trascienden a la fama. Una cafetería por la entrada de la calle M, una barbería de lujo con chismes y telas cortadas, tiendas  y sastrerías en los pasadizos de los bajos, por arriba escaleras aerodinámicas, una discoteca con venta y cabinas para audiciones de discos selectos, mi prima Fifina , la inglesa, recomienda los discos,  otras pequeñas tiendas, sastrerías y boutiques, librerías, fotografías, restaurante chino El Mandarin, una farmacia moderna. Y el Warner, un gran escenario para grandes espectáculos: shows, el nuevo concepto del show de Adrián Cuneo. Y detrás la película, “Night and day” estrenó la gran pantalla. Recuerdo los primeros shows: la Navidad, una gran caja de regalo en el escenario y de ella iba a surgir una bailarina, una gran sorpresa, una idea mágica: Leonela, como una muñeca articulada, una especia de presagio o eco  de Copelia.

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Se alzó inmediato y majestuoso el Edificio del Retiro Odontológico, nuevo alarde arquitectónico, Que en el 63 fue locación sincronizada con los fondos del nuevo edificio del MINREX y Radiocentro, en esas mágicas combinaciones que hace el cine, por el genio de la fotografía Serguei Urusievski para la película “Soy Cuba”

El Havana Hilton ostentó su patio central, espectacular interpretación en síntesis del patio cubano: piedras hermosas, palmeras, vegetación amazónica, helechos, fuentes de agua, cascadas, celosías, medios puntos, en una estilización nunca antes vista. En el 2do piso el bar Las Cañitas, la piscina tras los cristales. Abajo el restaurante Polinesio, absoluta novedad, tiendas boutiques con objetos de arte, piezas orientales, perfumerías…joyas. Podías encontrarte a Ava Gardner en chancleticas o a Marlon Brando, comidas exóticas, tragos exóticos servidos en conchas, caracoles, cocos, con flores, gardenias, orquídeas, perlas… Tótems africanos. Y por los cuatro costados, las más altas expresiones del arte cubano: Un mural de cerámica, presentación de Amelia Pelaez al frente, un mural de vanguardia de Cundo Bermúdez por el  costado de 23, y murales interiores impresionantes de René Portocarrero. Restaurantes y bares interiores creando ambientes sugerentes, íntimos, tropicales o mediterráneos, con atmósferas diversas. CATAY, la primera tienda para tocar lo exótico.

L y 23 se revela como la esquina del futuro, e inició lo que sería después el boulevard de La Rampa. Bajó a convertir la Funeraria Caballero en salón de arte y luego en estudio de dibujos animados y cine para la Televisión. La Televisión que en el inicio de los 50 invadió con 2 canales en La Rampa y cambió la vida de la ciudad.

Y el Pabellón Cuba donde hubo un monte rocoso lleno de cuevas de ratas y desperdicios. Allí se inauguró el Salón de Mayo con artistas plásticos del todo el mundo, y el Congreso Internacional de Arquitectos que llevó a las aceras una muestra de cada uno de los plásticos más significativos: Lam, Amelia, Porto, Mariano, Martínez Pedro, Sandú Darié…como grandes mosaicos. …

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El Cementerio, La Muerte. Vedado dentro del Vedado, una señal de tránsito indica “SOLO ENTRADA”, con el grupo escultórico de las Tres Virtudes Teologales de Villalta Saavedra en la puerta misma del Cementerio de Colón. Considerado entre los más bellos cementerios del mundo, por sus joyas esculturales y arquitectónicas, y por la significación de las familias sepultadas allí. Dentro, duermen ciudadanos de todas las categorías, custodiados por la variedad mayor de esculturas, columnas, cúpulas y torres. Y la Capilla Central del arquitecto Eugenio Rayneri.

La larga avenida 23 hacia La Rampa, al  moderno Boulevard de los 50, que también muere en el mar, y para darle paso quitaron la farola Art-Deco que elegantemente daba su broche de cierre a la Avenida.

Y de 23 hacia el Puente de Pote, puente sobre el río Almendares, encima del conocido y novelístico Bosque de La Habana, -lugar de intrigas, leyendas de crímenes, policíacos y pasiones de amor, de escondites y pasos prohibidos-. Donde hoy se esfuerza en sobrevivir un parque infantil con merenderos y alquiler de botes que dejaron de pasear. El Almendares que fue cuna de yates millonarios y barcazas de pescadores, río de Oshún para bautizo de sus hijas e hijos, untados en miel y salpicados de flores amarillas, caminos intrincados como selvas para las pillerías y excursiones riesgosas de la infancia de pantalones largos..

La esquina de 23 y 12 es anacrónica, pertenece a todas las épocas, transitada por los mismos personajes  de siempre: un vagabundo, una religiosa, una prostituta, un señor, un vendedor, un billetero, una viuda, un bandido, un trabajador, un poeta, militares, estudiantes. El Caballero de París se tropieza con el Tamalero de pican y no pican, La Marquesa entra a La Pelota como si fuera El Carmelo de Calzada, Bebo vende sus periódicos de todos los tiempos (El Pai, Alerta, Granma), la guagua se abarrota o deja a la gente esperando, monjas, jineteras, iyabós, floreros, policías…un fotingo, un coche, un heladero, floreros con canastas llenas de flores en la cabeza, floreros en las aceras, crisantemos,  gladiolos, azucenas, dalias, rosas, claveles, mariposas…mariposas que inundan el aire con su olor, la mariposa es la flor nacional de Cuba, la mariposa es su símbolo, blanca, pura, frágil, aromática, seductora, sensual y efímera, o billeteros que prodigan la suerte y la poética de las charadas que apuntarán en las vidrieras de tabacos y cigarrillos:

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Vallas que anuncian cervezas con modelos curvilíneas para el Meneito, que brindan algo más que levadura y espuma,  o enarbolan consignas que ofrecen disyuntivas como la esquina: vida, Patria, o muerte..

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Bancos de jardín para poetas trasnochados y fotógrafos que descansan sin cansancio. Su portal de arcadas y medios puntos, a veces apedreados. Portales transitados por personajes lentos, jubilados cansados. Con su Correo que casi funciona, en un universo de Kundera o  Kafka, buzones oxidados y entelarañados , bancos con parejas de los años 20 que han envejecido dentro de sus ropas, las que han envejecido sobre ellos. Vagabundos y ancianos que pernoctan el mediodía en los bordes de las vidrieras, niños que patinan sin patines.

Y el Centro Cultural, que expone obras de vanguardia de artistas jóvenes airados, con instalaciones acromegálicas y juegos de absurdos, como los filmados en “Fresa y Chocolate” por Titón. Y la entrada al edificio, el ascensor que no asciende, oxidado, con sus rejas en X, clausurado con cadenas y candados también oxidados, y la escalera estrecha, oscura, estrecha, que hace espiral sobre la jaula de hierro que nunca más subirá. Con sus ventanas como caries asomadas a respirar el mar o el cementerio, las ventanas ajenas y los techos, la intimidad desgarrada al escarnio de las miradas empecinadas, las hendijas para los vouyers, el pulmón de los asmáticos. Zona gris, por momentos plateada, oxidada en ocres, sombra de descanso o agobio, puente entre el reposo y la asfixia.

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El número…81. la puerta, vieja, oscura, un ascensor herrumbroso, cafetera de Acosta Leon, clausurado con  cadena y candado. Y una escalera llena de sombras y aullidos.

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17 y 6 ya no es el parque donde con mis hermanos dábamos la vuelta en los caballitos o en la cesta del burro a su bella e inútil glorieta,  ni donde los jueves se improvisaba la feria-mercadito que olía a apio, pescado fresco, frituras de maíz y frutas cubanas, ahora  es el Parque de la escultura que hizo Villa a  John Lennon, y reivindicó la dogmática prohibición de Los Beattles en los 60, Hay un parque Lenin, pero ahora también hay un Parque Lennon.  El parquecillo de Línea y L con la enigmática columna  de mármol negro a los chinos que lucharon en la guerra por nuestra independencia,  donde la cocinera de mi abuela se daba citas con su novio escondido cuando se oía en las noches el cañonazo de las 9 y empezaba La Novela del Aire. El parquecito  de Línea entre K y L frente al Colegio Arturo Montori. El Parque de La Parroquia del Vedado en Línea y D, El parque Villalón, junto al teatro Auditórium, hoy bien llamado Amadeo Roldán, frente a las columnas, con la escultura y la fuente de Neptuno que se llevaron a la Bahía, descrito por Carpentier en El Acoso, filmado por mí en Tiempo de Amar. El parque 23 y 32, cargado de sombras y lamentos, donde estuvo el Bureau de Investigaciones de Batista, imagen que no se borra aunque intenta ser para niños. El pintoresco  parque Vienés en el cuchillo de  Línea y G, con la curiosa casita de madera como de jardinería, y estridente –aunque vienesa – estatua dorada de Johann Strauss, El Parque del Quijote de hierro retorcido en 23 y J, En fin, el Vedado diseñado para parques.

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Lugares impresionantes, la otra furnia donde sobrevive el Edificio Arcos F y 21 – F y 19, donde filmé escenas de “Aquella larga Noche”, donde Clarivel despertó de su desvelo.

Los enigmáticos pasajes de Crecheríe y Montero Sánchez, con su Tren de Lavado de chinos y el Banco Continental para darle buena vista.

El imperdonablemente destruído Hotel Trocha, joya de poesía arquitectónica en mi memoria, en Calzada y 2. O el trágico destrozo de la bellísima Casona de los Loynaz del Castillo, que inicia el Jardín de Dulce María y carga tanta historia de Lorca y otras glorias. Destrozo del que aun hay huellas irreconocibles en Línea y 16 hasta Calzada, cuyo traspatio inmenso llegó a convertirse en el  refugio de gatos. O su parienta ahora en reconstrucción, después de muerta, la última casona de la poeta en 19 y E.

Por la calle E, también llamada Calle Baños, por ser la avenida que desembocaba en el malecón en los antes llamados Baños La Playita, cercanos a El Encanto y Carneado, pocetas curiosas aprovechando los arrecifes, para las familias del Vedado.

En la calle Baños entre 17 y 19, construyeron un Cine muy familiar para las familias de los alrededores, el Cine Gris, que en los años 50 dio lugar a una piquera de automóviles, de las primeras piqueras que atendía servicios por teléfono. Pero estos taxis tuvieron también el privilegio de estrenar un sistema de espionaje  del servicio secreto del régimen mediante el apoyo de los taxistas, guardias comuflageados, durante la tiranía de Batista, para controlar las conversaciones de los ciudadanos que conspiraban en la clandestinidad. Piquera Gris y Cine Gris se disolvieron.`

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Si retrocedemos hasta 17, tropezamos con El Palacio de la Condesa de Revilla Camargo, en 17 y E, actual Museo de Artes Decorativas, donde se han filmado escenas de varias películas, ostenta esculturas, columnas, angelotes, tesoros de arte decorativo  y según recuerdo es semejante al del Marqués de Pinar del Rio, demolido hace unos 20 años, en 19 entre A y B, Vedado. Palacio famoso por sus fiestas de disfraces sobre las que se tejieron mitos, leyendas, historias escandalosas y orgiásticas, basadas en la vida homosexual del Marqués, que al fin era un Marqués. Palacio convertido hoy en Mercado Agropecuario en 17 y 19, entre A y B. Semillas dan frutos.

En N y 25, sobre un terreno rocoso, la mansión impresionante, de la familia Cortina cercada de frondosos árboles de inmensas raíces, me recuerdan el baobab. Sus escaleras, columnas señoriales y salones interiores han inspirado al presente para mantener allí el  Actual Palacio de los Matrimonios del Vedado. Allí filmó también Manuel Octavio Gómez su primera película La Salación.

La casa de Julio Lobo, en la manzana de 2, 4, 11 y 13, donde actualmente se encuentra el Ministerio de Cultura, otro Palacio pero de sobriedad y elegancia, con ciertos toques de Art Deco….

Me deslumbran: la vieja casa de González Curquejo en Línea y B, como traída del Cerro. La casa de los López García, luego de Mercy Alfonso, en Línea entre D y E, con sus hermosas rejas como encajes, donde Solas filmó “Amada”, y yo escenas de Aire Frío de Piñera.

En frente, la Casona de Cosme Blanco Herrera, donde Tomás Piard filmó Bocetos, y radica Teatro Estudio, y ahora construyeron al fondo un pequeño teatro in memorian al grande actor Adolfo Llauradó.

Además del Saint George´s School con su cúpula Art Deco, en Línea y 6,  hay otro edificio pionero del Art Deco en el Vedado, el Edificio López Serrano, construido en 1932  por Mira y Rosich, en L y 13, que se alza majestuoso todavía, en cuya torre vive el maestro de la Danza Moderna en Cuba, Ramiro Guerra, edificio donde vivió el ideólogo de la Ortodoxia cubana  Eddy Chibás. Comparable con el Edifcio Bacardí de La Habana y el antiguo Teatro América de la avenida de Italia, ejemplos máximos del Art Deco en Cuba.

Al final del Vedado, después de la fortaleza de La Puntilla, la residencia de Carlos Miguel de Céspedes, con su jardín  experimental japonés, bordeando la salida del río Almendares, ahora convertido en el restaurante “1830”. Su cúpula mudéjar techada en algún metal precioso que no todo lo que brilla es oro, brilla en los atardeceres,  visible desde todo el Rio Almendares.

La casa de Alfonso Gómez Mena, en Calzada y avenida de los Presidentes, Palacio de estilo francés, desde 1950 se convirtió en Ministerio de Relaciones Exteriores, con una adición de edificio moderno al fondo, donde padecí los “rigores” de una diplomacia que fui incapaz de soportar.

La casa de Juan de Pedro y Baró y Catalina de Lasa, en Paseo entre 17 y 19. Levantada entre dos palmas, con sus leones a la entrada, es como un Palacio Florentino,  mezclada con art decó en cuya fachada rosada, dentro de un escudo de heráldica están las iniciales PB, con las cuales siempre en juego me las apropiaba (Pineda Barnet).

La casa de Pedro Gonzáles de Mendoza, en 15 esquina a Paseo, con su piscina bajo techo en el salón de baile, sus hermosos vitrales y esculturas, actualmente, residencia de la Embajada Británica, donde disfrutamos tantas veces las cálidas recepciones de sus  mejores embajadores.

Casa de H y 17, actual UNEAC,  de la familia Gelats

El palacio veneciano de los Falla  Bonet, convertido en ciudadela, en calle A entre 21 y 23, donde Berta Bonet me regalara un anillo que se ha quebrado en mi dedo anular y un pañuelo de seda que conserva su perfume desde mis trece años.

La hermosa residencia de Isabel Falla Bonet en 17 entre H e I, donde hoy se instala el ICAP, y que fuera vistosa locación de mi “ Bella del Alhambra”.

Los edificios giran alrededor  en una danza macabra, El Focsa, que fue el coñóoo de los provincianos recién llegados a La Habana. Como un enorme panal, con su mirador inicialmente exclusivo para ejecutivos asociados, el Club de los XX, con llave y password, en los 50, pasa a ser un bar de acceso libre. En los bajos El Emperador se mantiene como si fuera casi exquisito, mientras se deterioran los pasadizos, tiendecillas y oficinas de cambios de Moneda como guaridas de juego ilícito.

26 y 23, el de la audaz arquitectura de fines de los 50, con su Pen House de José Rodríguez Feo, donde vivió Cabrera Infante y se editó Ciclón. El Retiro Médico en La Rampa, elogiado por los masters de la arquitectura mundial, convertido en triste paravant descolorido. El antiguo Edificio de. 25 y Paseo, ya de los años 30, en cambio mantiene su presencia, aun cuando el crimen del odio hizo allí  su nido alguna vez. Alaska, en 23 y M, ha sido arrasado por el odio del tiempo. Mientras Naroca en Línea y Paseo permanece con su exclusividad donde el elevador es religioso y funciona si Dios quiere. Línea y 14 es un edificio horizontal, en cabañas, recuerda las construcciones antiguas de la Costa de Oro de España,  como un proyecto que no se continuó. Edificio Govea, envejecido desde su nacimiento en los 40, destinado a ser ciudadela, con ese tipo de construcción fascistoide de su tiempo. El antiguo Sarrá. En 23 y 12, en ese estilo que el millonario de la farmacología construyó en La Habana y cada reparto, como el Carreño de Marina y Humboldt.

Edificios para Becados, en  25 y G, con dramáticas historias de suicidios estudiantiles. Así Línea y H, 12 y Calzada

La Parroquia del Vedado en que me bautizaron, San Juan de Letrán donde mis padres se casaron, El Carmelo de los Carmelitas Descalzos de Línea entre 16 y 18 donde estaba Padre Patricio mi santo confesor y donde fui calumniado y excomulgado de mí mismo, el Derrumbe  de los Dominicos en 16 entre 13 y 15, donde hice mi comunión con Reginaldo y le serví de monaguillo y de apóstol en las procesiones para que me lavara los pies.  Las Siervas de Maria, el Convento y colegio de Las Teresianas, las dominicas americanas,  Las de Clausura de 13 entre 20 y 22. El colegio La Salle donde no hubiera querido estar, Las procesiones del Santo Entierro donde siempre fui actor de Dios.

Iglesia anglicana: 25 y K,  Judía en 17 y E (Sede de la orquesta Sinfónica), Sinagoga en Línea entre J e I, Sede del Teatro Bertold Bretch, y la que se sostuvo hasta el 59 donde funcionó luego la Casa de las Américas,  sobreviviente.

Colegios: Baldor, La Luz que disfruté, Trelles, Sedano, Rico en 23 y 2  y otras pequeñas escuelitas privadas de buena recordación.

Secundarias: El Pre del Vedado donde estuvo el Instituto de 2da Enseñanza, los colegios con secundaria, convento de las Catalinas de 23 y A. “Shools” Pitman, Havana Bussines, escuelas de secretarias, precursores de mediocridades.

HOTELES: Hotel Nacional: construido en 1929, donde estaba la vieja Batería de Santa Clara. En 1933 escenario de las confrontaciones sangrientas de las Fuerzas armadas. …

El Hotel Vedado, Saint John (de una cadena de Johnys de un famoso traficante), Hotel Victoria, Capri (con su Casino y Salón Rojo, producto de otras mafias) , Riviera (con sus originales murales y esculturas de Rolando Lopez Dirube, y los cuadros de Cundo Bermúdez en el Casino), Hilton., hoy Libre., Presidente, Meliá Cohíba, recién nacido, de corta pero ya con historia., Hotelitos y ahora la moda del Bed and Breakfast y Los Paladares ideados de la telenovela brasilera VALE TODO.

Hotel Palace, que fuera elegante en los 30, extraña construcción indescifrable, hoy convertido en rara vivienda colectiva. Donde viví en los días en que nos divorciamos de mi padre y filmé escenas de “Mella” en el 75.

Restaurantes: El Jardín, 23 y 12, Vienes, Gato Tuerto, La Roca, Carmelos de arriba y de abajo, Mandarin, Yan Tse, Polinesio, Pekín, Pizzerías, La Romanita, Dña. Rosina, L y 21, la Rampa, La Gruta, Matisse, El Coctail, El Escondite de Hernando,  Monseñor, Los Violines, Imágenes, Eloy, Zorra y el Cuervo, Club 23, Club 21,  Jazz Sesion, Montmatre, Moscú, Wakamba, Flamingo, Amanecer,  Jhonys 88, La Terraza, The Yank, Intermezzo, Turf, Los Nopales (Cine Revista), 23 y G, 1830 … y  el infinito sin estrellas

CASINOS: Salas de juego: Habana Hilton, Havana Riviera, Capri, Casino Parisién, Montmatre,

……………..

Una Buhardilla para soñar: casa suiza en H entre 15 y 17

Margarita la Cotera: una vieja, como estandarte viviente, altoparlante humano. Gorda, pintarrajeada, presagio de especie de actriz sureña retirada, dedicada al chisme  con vocación de chivata,  exhibiendo en su portal y jardín de 23 y J, al lado de Los 7 Mares, sus pancartas, pasquines, letreros lumínicos y cuanta parafernalia publicista del peor gusto pueda haber, con letreros de “Batista es el hombre”, “El bombillo que más alumbra”, exactamente en frente de donde hoy se erige el monumento en hierro torcido de El Quijote.

Paradero de tranvías y enfermeras en Línea y 18. Esquina de calor –y color-. Puestos de fritas, tortillas, rositas de maíz. Y citas de amor.

Paradero de las rutas 26 y 27, las únicas con mujeres conductoras, en 23 y 18 y luego en 26 frente al zoológico del Vedado. O cuando el Vedado era otro Zoológico.

Salas de cine: Gris, Vives, Olympic para las familias de barrios, Trianon y Riviera para los pepillos, Auditórium para los culturosos, Rodi (Mella) para la nueva clase, Astor (23 y 12) para los pepillos de arriba, Atlantic (Chaplin) para los cinéfilos, con  La Rampa, Renacimiento (Ambar) para sin subtitulaje, las manejadoras y las ancianas , Warner, Radiocentro, Yara, para pensar que el Vedado es un barrio desarrollado que a veces ha tenido funciones hasta las 12 de la noche.

Teatros: Auditórium, Rodi, Odontológico, Arlequín, el Guignol de los Camejo, Hubert de Blanck, Rita, Valdés Rodríguez, Teda, Tespis, Patronato, ADAD, los jardines de las familias nice,   Las Mascaras, el Sótano,  La Casona, Teatro Estudio, Conjunto Folklórico, Universidad Plaza Cadenas, Talía, Bertold. Bretch, Habana Libre, testimonios de una lucha encarnizada, persistente, valiente, mil veces aplastada y vuelta a levantar, donde la cultura teatral se ha esforzado a sangre, fuego, desamparo, persecución, dogmatismo, parametraciones  y a veces atropello. En el Auditórium los conciertos de la Orquesta Filarmónica Nacional, con programas excepcionales, los directores más prestigiosos y los  solistas y virtuosos más importantes del mundo, que nadie hoy puede imaginar. Funciones los domingos en las mañanas, después de la misa en la Parroquia del Vedado, con merienda y encuentros inevitables en El Carmelo. Pero habrá otra gala el lunes en la noche, para el lucimiento de los modelos de Manet del Salón Francés de El Encanto, las capas de pieles guardadas en los refrigeradores de Madame Rosell durante el verano, y las joyas de

Las familias. Al segundo balcony las Juventudes Musicales y la crema de la intelectualidad.

Librerías: L y 27, Habana Libre, Biblioteca del Lyceum Lawn Tennis, Biblioteca Casa de las Américas, Biblioteca de la Universidad. Estudios Martianos, Calzada y E. Salas escasamente visitadas, clientes fijos y algunos que quedaron petrificados allí para siempre, de modo de poder demostrar que una vez existieron lectores..

Conciertos y música de cámara en Hubert de Blanck con la memorable presentación de   Rita Montaner en  La Médium de Gian Carlo Menotti, que luego secundó triunfalmente Alba Marina.

El Lyceum con sus conciertos de música de cámara, sus salas de exposiciones, sus salones de conferencias, tan criticado, tan ofendido pero nunca sustituido, convertido en humilde e ineficiente Casa de la Cultura , DEL VEDADO.

Ballet y opera, en el Auditórium, continuados hoy en el Amadeo Roldán, gracias a ProArte musical, Patronato del Teatro, Adad, Ballet Alicia Alonso, Ballet Nacional de Cuba, Juventudes Musicales, Sociedad Nuestro Tiempo…

Galerías. Lyceum, Edificio Mella (Retiro Odontológico) , Galería Juan David en el cine Yara, Galería Habana en Línea entre D y E, Galería  23 y 10 del ICAIC, Galería 23 y 12, y Casa de las Américas

Museos: Casa Américas, de la Danza en Línea y G, Artes Decorativas en 17 entre D y E,  Galería Haydee Santamaría en Paseo,

Esculturas de Rolando López  DIRUBE, exterior del  Edificio  Asclepios, en Paseo y 17, original mural de hormigón que se extiende delante de la fachada remedando la escuela plástica de Wilfredo Lam, contemporáneo de Dirube. Dirube, también pintor y escultor de los murales interiores del vestíbulo y el casino del Habana Riviera, y de la escalera sin final del mismo hotel. Esculturas de Rita Longa frente al Zoológico del Vedado.

Escuela de Ballet en L y 19, y en Calzada entre D y E  BNC, Conservatorio de música en F y 27

Universidad de la Habana, 1905. Se trasladó del Monasterio de Santo Domingo, en la Habana Vieja, al tope de la colina,  hoy llamada Colina Universitaria.

La viejita de las palomas de la Universidad, llegaba descalza todas las tardes a echarle  granos a las palomas. Las palomas eran parte esencial de la Escalinata de la Universidad, como lo son en las viejas plazas de Europa. Hace años la escalinata no tiene palomas, como tenía nieve en mis pesadillas.

Plazas, escalinatas, columnas, patios. Tienen tantas historias, que es otro Vedado.

Como apéndice de la Universidad, la residencia para señoritas estudiantes, en L y 19, que dada la belleza de sus habitantes recibió el nombre popular de “La Bombonera”

El malecón, que todo lo circunda, es el muro que supone una separación del mar, tantas veces robado. El mar que intenta cuando se acuerda, recobrar lo perdido. El malecón que se extiende a comunicarnos con La Habana, el que tiene dos vidas y dos caras. Cuando los transeúntes se sientan frente al mar, o cuando se sientan mirando a la ciudad. Extrañas posiciones que  enmascaran estados de ánimo, actitudes, objetivos. Pudiera hacer lecturas múltiples de cada posición, las conductas de las parejas, los que se exhiben desde los arrecifes, pescadores reales, carteristas, piropeadotes, cazadoras, cazadores, infortunios, latrocinios, confesiones, engaños, trampas, juramentos, recuerdos “j´ëndrai”, suicidas, tirar flores, tirar kilos, tirar despojos, limpiezas, planes, ilusiones, fantasías, tirar sueños. Y tirar el calor y recibir el viento, la brisa… y más allá la brisa…

Enrique Pineda Barnet

Octubre 30 del 2003

Texto tomado de Puentear, blog del autor.

 


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